Antropologo Florentino Cruz Martinez
23 DE ABRIL: DÍA MUNDIAL DEL LIBRO Y DEL DERECHO DE AUTOR
En la XXVIII Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), celebrada del 25 de octubre al 16 de noviembre de 1995 en la ciudad de París (Francia), se resolvió proclamar el 23 de abril como “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”. Con esta acción, la UNESCO busca fomentar en el mundo entero la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual a través del derecho de autor.
El organismo mundial eligió esta fecha porque es emblemática para la literatura universal. El 23 de abril de 1616 fallecieron tres eminentes escritores: el inglés William Shakespeare, el español Miguel de Cervantes Saavedra y el Inca Garcilaso de la Vega.
La propuesta para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, así como a respetar la aportación de los creadores al desarrollo de los pueblos, fue presentada a la UNESCO por la Unión Internacional de Editores. La idea de esta celebración partió de Cataluña (España), donde este día celebran a San Jorge, su santo patrono, por lo que tradicionalmente los enamorados intercambian obsequios: ellos les regalan una rosa (para recordar la leyenda de San Jorge, el dragón y la doncella) y, en reciprocidad, ellas les obsequian un libro.
En España el 23 de abril es tomado en cuenta para la entrega anual del Premio Cervantes, el mayor galardón que el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de aquel país otorga a autores en lengua castellana. Este premio, instituido en 1974 y considerado el Nobel de las letras hispánicas, ha sido entregado a 4 distinguidos mexicanos: Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005) y José Emilio Pacheco (2009). La lista se incrementará a 5, ya que el día de hoy lo recibirá la distinguida escritora Elena Poniatowska.
El derecho de autor
En la página legal de los libros puede apreciarse una diminuta c en medio de un círculo (©). Es el símbolo universal del derecho de autor, el cual es llamado en inglés copyright, mismo que literalmente significa “derecho de copia” y, en un sentido más amplio, el derecho que tiene el autor para explotar una obra durante un tiempo determinado. El símbolo fue introducido en la conferencia de la UNESCO, en la cual se aprobó la Convención Universal sobre el Derecho de Autor (1952).
En El ABC del derecho de autor (UNESCO, 1981), se expresa que éste es un derecho humano fundamental, por lo que figura en la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El segundo párrafo del artículo 27 de dicha Declaración señala: “Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le corresponden por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora”.
El derecho de autor, agrega la referida publicación, considera que éste se basa en el principio de que “no existe forma alguna de propiedad tan legítima como la propiedad sobre las creaciones del espíritu”. Gracias al derecho de autor, los escritores y otros creadores tienen derecho a la propiedad sobre sus obras y a estar protegidos contra el uso no autorizado de ellas, así como a recibir una parte de los beneficios obtenidos (regalías) debido a su utilización pública.
El mejor festejo: leer un libro
La mejor forma de festejar el Día Mundial del Libro es leyendo uno, porque quien escribe aspira a ser leído. Leer, desde luego, no es pasar la vista sobre una fila de letras. Un lector acucioso sabe apreciar la estética de la tipografía, experimenta la transfiguración de las letras, degusta ideas, concibe reflexiones y apela a inquietudes y experiencias en la medida en que lee. En síntesis, establece un proceso “dialógico” con el texto, en virtud que éste “vive” cuando la imaginación y el espíritu crítico del lector entra en juego.
Para Hans Magnus Enzensberger, la lectura “es el vicio ideal, no hay riesgo de sobredosis, no es cancerígeno, es accesible, no hay nada ilícito en él y, después de cincuenta años de disfrutarlo, no provoca los síntomas secundarios de abstinencia que conozco ¿Por qué el público rechaza la lectura como si se tratara de una droga mortal? Es uno de los misterios más profundos de ésta época”.
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En la XXVIII Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), celebrada del 25 de octubre al 16 de noviembre de 1995 en la ciudad de París (Francia), se resolvió proclamar el 23 de abril como “Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”. Con esta acción, la UNESCO busca fomentar en el mundo entero la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual a través del derecho de autor.
El organismo mundial eligió esta fecha porque es emblemática para la literatura universal. El 23 de abril de 1616 fallecieron tres eminentes escritores: el inglés William Shakespeare, el español Miguel de Cervantes Saavedra y el Inca Garcilaso de la Vega.
La propuesta para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, así como a respetar la aportación de los creadores al desarrollo de los pueblos, fue presentada a la UNESCO por la Unión Internacional de Editores. La idea de esta celebración partió de Cataluña (España), donde este día celebran a San Jorge, su santo patrono, por lo que tradicionalmente los enamorados intercambian obsequios: ellos les regalan una rosa (para recordar la leyenda de San Jorge, el dragón y la doncella) y, en reciprocidad, ellas les obsequian un libro.
En España el 23 de abril es tomado en cuenta para la entrega anual del Premio Cervantes, el mayor galardón que el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de aquel país otorga a autores en lengua castellana. Este premio, instituido en 1974 y considerado el Nobel de las letras hispánicas, ha sido entregado a 4 distinguidos mexicanos: Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005) y José Emilio Pacheco (2009). La lista se incrementará a 5, ya que el día de hoy lo recibirá la distinguida escritora Elena Poniatowska.
El derecho de autor
En la página legal de los libros puede apreciarse una diminuta c en medio de un círculo (©). Es el símbolo universal del derecho de autor, el cual es llamado en inglés copyright, mismo que literalmente significa “derecho de copia” y, en un sentido más amplio, el derecho que tiene el autor para explotar una obra durante un tiempo determinado. El símbolo fue introducido en la conferencia de la UNESCO, en la cual se aprobó la Convención Universal sobre el Derecho de Autor (1952).
En El ABC del derecho de autor (UNESCO, 1981), se expresa que éste es un derecho humano fundamental, por lo que figura en la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El segundo párrafo del artículo 27 de dicha Declaración señala: “Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le corresponden por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora”.
El derecho de autor, agrega la referida publicación, considera que éste se basa en el principio de que “no existe forma alguna de propiedad tan legítima como la propiedad sobre las creaciones del espíritu”. Gracias al derecho de autor, los escritores y otros creadores tienen derecho a la propiedad sobre sus obras y a estar protegidos contra el uso no autorizado de ellas, así como a recibir una parte de los beneficios obtenidos (regalías) debido a su utilización pública.
El mejor festejo: leer un libro
La mejor forma de festejar el Día Mundial del Libro es leyendo uno, porque quien escribe aspira a ser leído. Leer, desde luego, no es pasar la vista sobre una fila de letras. Un lector acucioso sabe apreciar la estética de la tipografía, experimenta la transfiguración de las letras, degusta ideas, concibe reflexiones y apela a inquietudes y experiencias en la medida en que lee. En síntesis, establece un proceso “dialógico” con el texto, en virtud que éste “vive” cuando la imaginación y el espíritu crítico del lector entra en juego.
Para Hans Magnus Enzensberger, la lectura “es el vicio ideal, no hay riesgo de sobredosis, no es cancerígeno, es accesible, no hay nada ilícito en él y, después de cincuenta años de disfrutarlo, no provoca los síntomas secundarios de abstinencia que conozco ¿Por qué el público rechaza la lectura como si se tratara de una droga mortal? Es uno de los misterios más profundos de ésta época”.
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